sábado, 6 de marzo de 2010

Un amigo de nuestra causa : Manuel Corral Vide




Tal vez algún malintencionado piense que la lucha de hijos y nietos de españoles por ver reconocida su nacionalidad obedezca a razones espurias, simples especulaciones de orden económico para beneficiarse a la hora de un eventual viaje a Europa, o para recibir pensiones; simple oportunismo nacido en las horas aciagas que sucedieron a la crisis del 2001. Nada más alejado de la realidad es un hecho que no han sido tantos los argentinos que se quedaron a vivir en España, y muchos otros siguen regresando. Pero también está reconocido que en los casos de emigraciones masivas las terceras generaciones suelen retomar con fuerza la idea de identidad nacional y cultural de sus padres o abuelos, y profundizan estudios de la lengua materna, historia y tradiciones de la tierra de origen, algo que los emigrantes, salvo excepciones, no transmitieron a sus hijos, tal vez con la ingenua idea de favorecer su inserción total en la sociedad del país de acogida. Estos jóvenes no ven contradicción en sentirse plenamente argentinos con raíces españolas, y entienden que es una reivindicación histórica justa ostentar la doble nacionalidad, un reconocimiento a sus mayores emigrados o desterrados. Cuando hablamos de Identidad cultural, entendemos que es el conjunto de valores, tradiciones, símbolos, lengua, creencias y modos de comportamiento que funcionan como elemento aglutinador dentro de un grupo social y que sirven para que los individuos que lo conforman puedan identificarse entre ellos, fundamentar su sentimiento de pertenencia. Por supuesto, las culturas no son homogéneas; dentro de ellas se encuentran grupos o subculturas que hacen parte de la diversidad al interior de las mismas en respuesta a los intereses, códigos, normas y rituales que comparten dichos grupos dentro de la cultura dominante. ¿Sería en ese contexto una subcultura la que mantienen viva y desarrollan los colectivos de emigrantes y sus descendientes, con rasgos distintivos en relación a la de las nuevas generaciones de Galicia? Entre los académicos hay dos posiciones encontradas: Los antropólogos esencialistas estudian los conflictos de identidad como algo inmanente y hereditario culturalmente. Esta aproximación a la cuestión considera que los diversos rasgos culturales son transmitidos a través de generaciones, configurando una identidad cultural a través del tiempo. Uno de los defensores de este modelo es el politólogo David Laitin, quien señaló que en la Guerra de los Balcanes, los serbios asesinaban croatas debido al odio ancestral que sentían por ellos, es decir, por una cuestión de identidad cultural heredada. Laitin afirma que la movilidad social e ideológica es posible, pero la cultural no; esto explicaría el interés de los descendientes por mantener viva nuestra cultura en la diáspora, más allá de las cuestiones legales que representa un pasaporte. Desde una perspectiva constructivista, en cambio, se señala que la identidad no es algo que se hereda, sino algo que se construye. Por lo tanto, la identidad no es algo estático, sólido o inmutable, sino que es dinámico, maleable y manipulable. Las críticas que algunos hacen al modelo esencialista son que la cultura no es algo que se hereda totalmente, y por lo tanto, la identidad cultural tampoco puede ser heredada férrea e inflexiblemente. Si así lo fuera, todo el mundo lucharía contra todo el mundo, porque en algún momento del pasado siempre ha habido un conflicto entre dos o más grupos. Por lo tanto, puesto que la cultura no es algo inmutable, sino que se transforma continuamente, la identidad cultural tampoco es algo inmutable y se transforma continuamente, convirtiendo a los que antes eran enemigos irreconciliables (criollos y españoles durante las guerras de la independencia) en un único pueblo, y a los que antes eran un único pueblo en entidades culturales opuestas. Desde ya, la identidad cultural tampoco depende únicamente de factores coetáneos, sino que existe una transmisión modificable a lo largo del tiempo. Pero dinámica de la auto-definición cultural implica un continuo contacto entre culturas. Más aún, esas relaciones nunca son de igualdad, dado que nunca se manifiestan de manera aislada: la complicada red de relaciones creada por la superposición de relaciones políticas, económicas, científicas y culturales, convierte cualquier relación entre dos culturas en una relación desigual. Al existir conciencia de una identidad común, hay un impulso hacia la preservación de dicha identidad. Si la identidad es construida en oposición a los extraños, las intrusiones de otras culturas implican la pérdida de autonomía y por lo tanto la pérdida de identidad. Camino a la cocina, pensamos que intuitivamente los emigrantes supieron, sin conocer definiciones académicas (que este cocinero recogió descaradamente en la Red), como preservar su cultura (amenazada en algunos casos aun dentro de España) tan lejos del terruño. Ese legado enorme debe ser reconocido e incorporado a la historia contemporánea de Galicia, formar parte de nuestra cultura; los hijos y nietos son sus custodios y herederos naturales, en tanto tan españoles como sus padres.
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Ingredientes-Abadejo con verduras
: 1 Kg. de abadejo, 300 grs. de papas, 200 grs. de zanahorias, 100 grs. de habas verdes, 1 cebolla, 1 pimiento morrón, 2 dientes de ajo, 1 limón, aceite, harina, sal, pimienta, perejil.


Preparación: Cocinar las verduras, respetando los distintos puntos de cocción, en agua hirviendo con sal. Las papas cortarlas en rodajas finas, y freírlas. Escurrirlas y disponerlas cubriendo el fondo de una cazuela. Salar el abadejo, cortado en trozos, rebozarlo con harina y llevar al aceite caliente sin dejar que se cocine del todo. Escurrir las verduras, cortar las zanahorias en rodajas, y colocarlas sobre las papas, encima disponer el pescado. Añadir agua caliente, o caldo de pescado caliente. Rehogar la cebolla picada y el ajo. Verter sobre el abadejo. Asar el pimiento, quitarle la piel, cortarlo en tiras y adornar con ellas el guiso. Dejar cocer a fuego suave 20 minutos. Al servir espolvorear perejil picado, y rociar con jugo de limón.

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Manuel Corral Vide, es el afamado Chef del Restaurante porteño " Morriña " donde la especialidad es la comida gallega.

Daniel Barreiro

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Daniel
Muy bueno lo que escribiste!
Con respecto a la receta...me siento una gallega desnaturalizada!!!Todos los viernes de mi infancia tragué a regañadientes el pescado que mi abuela Lola ,inexorablemente,cocinaba.Lo que nunca logré incorporar(juro que lo intenté)fueron la empanada gallega y el infaltable pulpo a la gallega de todos los 31 de diciembre. Saludos
Mariana